El Alien, de Ken Bruen

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Una de las mayores expresiones de que se pueden hacer novelas negras diferentes es ésta, una de las mejores muestras de como un autor escribe la novela que le sale de los cojones escribir es ésta, una de esas novelas geniales, directas, cortas, concisas, brutas y redondas es ésta. Porque ya os he dicho una y mil veces que Bruen es bueno, y que aquí se le quiere muy poco y se le lee aún menos.

Pero estas cosas de las masas lectoras nunca las entenderé, lo de que las novelas mediocres vendan millones de ejemplares y los buenos autores estén saldados es algo que define este país, somos unos campeones de vender fraudes, de engañar al lector.

El Alien es seguramente una de las novelas más representativas de Bruen, en ella despliega todo su estilo, todo su ADN; diálogos ácidos, capítulos cortos, saltos entre tramas, nula investigación de algún crimen, alcohol, violencia, problemas. Si en el resto de sus novelas todo esto era igual, en El Alien está sobredimensionado, mejorado, pulido, afinado, Bruen se siente cómodo con estos personajes y los hace funcionar como la seda, la trama fluye tan suave que da miedo.

La trama. A Bruen la trama le importa un huevo, que ya es lo normal, pero en esta novela es apenas una excusa para mover a sus personajes, para ponerlos en situaciones aquí o allá, da igual para qué. Muchos lo hacen, pero Bruen lo sabe hacer mejor que nadie, tanto que te preguntas si te está tomando el pelo o si simplemente se ha olvidado de que allí ha pasado algo, de que alguien ha muerto.

Roberts y Brant siguen siendo unos cabrones, tan supuestamente superficiales, lejanos, maleducados, salidos y tantas cosas que el género masculino domina tan bien. Sus carreras se tuercen inevitablemente, otra vez, y viejos amigos reaparecen para hacer de sus vidas algo aún más emocionante. Nada espectacularmente nuevo dentro del universo Bruen, pero sí fuera de él. Estas pequeñas historias Bruenianas bastan para darle una patada en el culo a la mitad de novelas que presumen de originales novedosas y definitivas. Pero eso ya lo he dicho antes.

Bastaría decir que Ken Bruen es bueno, diferente, que hay que leerlo para ver otra cara de la novela negra, otro estilo, otra manera de pensar, lejos de las novelas convencionales con tramas claras y estructuradas, lejos de una estructura definida. Las novelas de Bruen son extrañas y pasan pocas cosas, y muchos lectores (yo incluido estos últimos meses un poco, ahora sí y ahora no) buscan confort, agradabilidad, familiaridad, puntos de control, y Bruen no ofrece eso. El irlandés es más una conjunción de caos ordenado, de violencia gratuita, de reflexiones que te asaltan en medio de un párrafo suelto, de lanzarse al vacío. Pero que nadie se asuste, sus novelas son perfectamente normales y leíbles, solo depende un poco de nuestro bagaje lector.

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