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Una infancia: Biografía de un lugar. Harry Crews.

25/06/2015

PORTADA FINAL UNA INFANCIA

¨Extendí el brazo y me palpé una mano con la otra y la sensación fue la de tocar un guante húmedo. Quiero decir que la piel de la parte superior de la muñeca y de la palma de mi mano, junto a las uñas, se me habían desprendido y se habían caído al suelo. Podía ver mis uñas en el pequeño charco escurridizo que había formado mi carne en el suelo.¨

Harry Crews acabó, con seis años, dentro de un caldero de agua hirviendo. Su madre estaba calentando agua en la parte de atrás de la casa para meter dentro un cerdo y así poder quitarle el duro pelo de manera fácil y rápida. Crews estaba jugando con sus amigos a un juego llamado el látigo. Crews salió disparado, voló y aterrizó dentro del agua hirviendo. Se quemó vivo.

Se quemó todo el cuerpo menos la cabeza, que no llegó a sumergir en el agua. Hasta los quince años lució cicatrices.

Me sabía esa historia antes de leer Una infancia: biografía de un lugar, como también sabía la del catálogo de Sears. No recuerdo donde las he leído u oído, pero ya me eran familiares. Después de leer Cuerpo me leí todas las entrevistas y vi todos los videos que encontré sobre Crews. Y conocer exactamente como casi muere sumergido en agua hirviendo no lo ha hecho menos brutal, ni hermoso.

Esta Biografía que nos cuenta Crews, que abarca desde mucho antes de su nacimiento, hasta los veintiún años, es una crónica espectacular sobre los años veinte, treinta y ya menos sobre los cuarenta en el sur de los Estados Unidos. Granjeros brutos, alcohólicos, rudos y maltratadores, economía deprimida, falta de valores, embrutecimiento, creencias atávicas. Un lienzo que Crews va describiendo desde antes de nacer él y durante toda su infancia y adolescencia. El papel de los negros en esa sociedad, los juegos infantiles, la pubertad y las mujeres, la pobreza extrema, la incultura.

¨Por entonces yo aún no había oído hablar de los vagones de ganado de Hitler, pero cuando pienso en aquel viaje suelo recordarlo con esa imagen. Gente rendida y machacada salvajemente por largos años de arañar una tierra ya agotada antes de que hubiesen nacido.¨

El panorama ahora nos puede parecer desolador; vidas tristes siempre al límite económicamente, moralmente y anímicamente, pero en aquellos años, era la norma de los que no tenían apenas nada. En una ocasión Crews, su hermano y su madre, vivían en una habitación alquilada, su madre se había marchado de casa después de que su segundo marido le disparara con una escopeta y casi la matara por unos pocos centímetros. El dueño de la habitación desahucio a la familia argumentando que la iba a echar abajo para construir otro edificio más seguro. En realidad los echó porque otra familia le hizo una oferta por la habitación un dólar más ventajoso. Un dólar. No había lugar para la moral ni la pena en el sur de los años treinta.

En otra ocasión, con apenas siete años, Crews convenció a un carnicero para que le diera trabajo en su tienda. En su primer día, apareció un hombre muy nervioso que le pidió a Crews un cuchillo. El hombre sin mediar palabra se clavó el cuchillo en el pecho y poco a poco, golpecito a golpecito, lo fue hundiendo ante la atenta mirada de un Crews de siete años que no podía dejar de decirle al hombre que eso que estaba haciendo era ilegal, que no podía clavarse un cuchillo. El hombre se clavó el cuchillo hasta el mango y murió ante la mirada atónita del niño.

Hay decenas de pasajes donde Crews cuenta auténticas barbaridades que para la época eran absolutamente normales, como que no era normal que los granjeros pegaran a sus mujeres, pero en cambio era bastante normal que les disparasen. Una infancia es un poco atroz, como Crews, pero no llega a lo oscuro de El cantante de góspel ni tiene la acidez de Cuerpo. Esta biografía es un libro extraño, un poco hipnótico en ocasiones, un poco frío en otras, algo insustancial en algún pasaje. No tiene la fuerza de sus otros libros, aunque conserva el aura de la narrativa de Crews.

Aunque, a diferencia de sus novelas de ficción, Una infancia es tan real como el propio Crews, tan literal como él recuerda, y tan cruda como ocurrió. A mí me ha recordado un poco a Steinbeck y sus novelas de la depresión, pero sin la magia de la picaresca de las que impregnaba sus historias.

Espero con ganas otra traducción por parte de Acuarela, porque de este tío hay que traducirlo absolutamente todo.

Una infancia: biografía de un lugar.
Harry Crews.
Acuarela-Antonio Machado 2014
236 páginas.

El cantante de gospel, de Harry Crews

22/12/2014

PORTADA-GOSPEL

¨Un mar de carne femenina, húmedo, violentamente tumultuoso, de olor ligeramente salado, que le rodearía en el altar tras cesar los cánticos, olas calientes que le apretujarían y se arremolinarían a su alrededor, un aire colectivo con olor a aliento y amor.¨

Tenía que volver a Crews antes de acabar el año, no he conseguido quitarme de la cabeza Cuerpo y todo cuanto representa, no he podido quitarme de la cabeza al mismo Crews. Se ha quedado ahí en un rincón, con esa mirada un poco torva y algo parecido a una sonrisa en los labios, sentado en un sillón, un poco desafiante, esperando.

El cantante de Gospel es un auténtico mazazo, brutal, sin anestesia. Un golpe a cámara lenta que se acerca despacio, describiendo un amplio arco, una curva en la que ves la potencia de lo que te va a golpear. Y te golpea. Aun sabiendo la velocidad y potencia de lo que se acerca, eres incapaz de mover un músculo para apartarte, estás hipnotizado, como un conejo ante los faros de un coche, esperando que el daño no sea mucho, intentando mantener el tipo.

Porque al final se trata de eso, de mantener el tipo ante Crews mientras desgrana la esencia del alma humana, mientras te muestra lo bajos que son los instintos, mientras te cuenta cómo un paleto se convierte en el icono de todo un pueblo, de todo un estado, de todo un país, cómo se le eleva a símbolo religioso, cómo se hace Dios.

¨El cantante de Gospel abrió la boca y la carpa entera se inclinó hacia delante y dejó de respirar¨

El cantante de Gospel es la primera novela que publicó Harry Crews. Lo hizo en 1968, después de una vida llena de duros golpes, después de haberse casado y divorciado dos veces con la misma mujer y después de haber perdido uno de sus dos hijos ahogado en la piscina de su vecino con solo cuatro años. La primera después de intentar dedicar toda su vida a la literatura; toda su vida hasta ese momento, su matrimonio y su salud. Todo. Lo que quiero decir es que Crews estaba obsesionado con escribir. Lo que intento decir es que Crews estaba lleno de miles de experiencias bastante duras, que creció en un lugar que endureció su corazón y que, básicamente, no supo hacer otra cosa en su vida que escribir.

Y su primera novela es tan extraordinaria, oscura, dura, ácida y turbadora, que a la mierda todo, en serio, a la mierda con el resto de la literatura, a la mierda la gente que no escribe desde las tripas, a la mierda los que no lo dan todo, a la mierda los que dan vueltas y más vueltas y no van directos al hígado, a la mierda.

harry-crews-cp-enigma big

Crews nos sitúa en Enigma, un pueblo al sur de los Estados Unidos donde está a punto de llegar El cantante de Gospel, su ciudadano más emblemático, más famoso, el hijo prodigo del pueblo, y de América. El cantante de Gospel nació y se crio en Enigma hasta que descubrió que tenía el don de cantar como los ángeles, de sanar las conciencias y de convertir a la gente con la palabra de Dios. Vuelve a casa para cantarle a su pueblo, y lo hace justo cuando su novia ha sido cosida a puñaladas por un negro. Y al parecer, el circo de freaks que lo sigue a todas partes allá donde va de gira, también ha acampado a las afueras de Enigma. Cosa que asusta de veras al chico de melena rubia y cara angelical.

Desde el minuto uno, en esa asfixiante celda donde está el responsable de la muerte de MaryBell, Crews empieza a moldear, a dar forma, a una historia tremendamente épica, a un episodio oscuro y violento en la historia de Enigma que se nutre de toda una sucesión de acciones encadenadas, alimentadas, por la cultura sureña, por las creencias, por las necesidades –apoyadas en la superchería, en la miseria, en la desgracia- que empiezan a generar cierta energía en torno a El cantante de Gospel. Una energía que se vuelve densa y pegajosa y que sofoca y oprime al pequeño pueblo y al cantante de Gospel.

Una energía que se propaga como la pólvora y se adueña de todo, una energía que el cantante de Gospel conoce y teme y desprecia y aborrece.

Una energía a la que podemos darle infinidad de nombres.

Y lo apabullante, es ver cómo Crews construye esta historia desde la nada, desde la soledad de una celda, desde el rumor de una visita, ver cómo se va haciendo cada vez más y más grande, más grotesca, más violenta, más oscura, más demente. Hasta que se alinean todos los factores y estalla toda esa energía generada, se da rienda suelta a los instintos, se da prioridad a las creencias por encima de la realidad, la fe ciega y la rabia toman el control, y lo humano queda al descubierto. La fealdad, la pobreza de espíritu, el alienamiento.

Espero no estar poniéndome demasiado melodramático.

Pero es que Crews reúne en ésta novela una serie de factores que la hacen tan atractiva como brutal, oscura y triste. Un pueblo del sur lleno de paletos, míseros y estúpidos, un semidiós de carne y hueso hijo del pueblo, al que atribuyen poderes curativos, sanadores y no sé cuántas cosas más, un circo de freaks lleno deformes, feos, tullidos y esperpénticos seres, un manager acérrimo creyente en la palabra de Dios, y con un pasado oscuro y feroz que desprecia la mentira y la falsedad; sexo iniciático, culpa, racismo, odio, sangre, cerdos, mugre y mucha religión.

¨….olfateó el aire. El olor a agua sucia, barro y mierda de cerdo estaba tan impregnado por los años acumulados que rezumaba por el suelo, la hierba, el forraje y hasta parecía que lo transpirasen las mismas piedras y ladrillos de la casa.¨

Así como Cuerpo es una novela más estática, casi como una sitcom, El cantante de Gospel es una historia viva, una historia que va in crescendo, mucho más oscura, sexual, violenta y decadente, una primera novela tan impresionante que os va a joder el resto de lecturas a partir de este momento.

Harry Crews, mi jodido Cantante de Gospel.

El cantante de Gospel
Harry Crews
Acuarela-Machado Ed. 2012
318 páginas.

Cuerpo, de Harry Crews

10/11/2014

portada-CUERPO

Supongo que nunca sucederá, pero si algún día me decido a escribir algo, ojalá se parezca una décima parte a como escribe el Señor Harry Crews. Después de leer Cuerpo, que descubro tarde como siempre, me pregunto, no por mí, porque yo llego a las buenas novelas siempre a través de terceros, que son los más leídos y los que me aconsejan, me pregunto, ¿porque no se lee más a gente como Crews? Y de Crews a Hawkes y a Gass, a Coover a Gaddis y a tantos otros que se leen tan poco. Un montón de gente interesante, por decirlo sin pedantería, que está básicamente descatalogada o que se edita con cuenta gotas y que en ventas, responden básicamente al romanticismo más que al negocio. Supongo que por eso mismo un montón de ellos siguen en el ostracismo.

Pero hablemos de culturismo.

Ambientar una novela en el mundo del culturismo y, más concretamente, en una competición tan señalada como el Miss/Mister Cosmos, me parece absolutamente bizarro (tanto en el significado español de valiente, como en el francés de extraño, freak). Porque si el culturismo, ya de por sí, es un mundo que a todos nos parece bastante surrealista, extremo, bruto y oscuro, lo que hace Crews en esta novela es una auténtica bomba atómica. Porque enfrentar dos clases tan alejadas, dos estratos sociales tan distintos, dos maneras de ver la vida tan diferentes como son los Turnipseed por un lado y un hotel lleno de culturistas medio en pelotas que aspiran a ser campeones del mundo por otro, es la mezcla más brutal, divertida, cruel y extraña que jamás he visto en mi vida.

Dejadme que os hable de la familia Turnipseed: del sur, pero muy del sur, lo que a todas luces llamaríamos paletos; mal hablados, mal educados, simples, ruidosos, tirando a estúpidos y, lo más importante, violentos. Pero de toda la familia, el más peligroso con diferencia es Harry Barnes, al que todo el mundo llama Cabeza clavo, un tipo ultra violento que no se separa nunca de su gran navaja plegable y que tiene la extraña manía de ir estrangulando a cuanto se le ponga por delante.

Y lo que tenemos en Cuerpo es: un hotel lleno de culturistas de todo el mundo concentrados para ganar el título más importante de sus carreras, y entre ellos, la favorita para ganar el título de Miss Cosmos, Shereel Dupont, o como se la conocía antes de pasar por las manos de Russell Morgan ¨El Músculo¨, la señorita de Waycross, Gerogia, Dorothy Turnipseed. Así que tenemos una culturista preparada para ganar el título mundial, a la que ha venido a ver su familia, una familia de paletos totalmente locos incapaces de entender porque un montón de tíos y tías se pasean medio en pelotas por un hotel, pero lo más importante, no entienden porque su Dorothy a la que no ven hace meses, se ha hecho eso en el cuerpo, va medio en pelotas y sobretodo no entienden porque se ha cambiado su precioso nombre por uno tan estúpido como Shereel.

Os juro que esto es muy loco.

Las escenas de los Turnipseed interactuando con cualquier cosa o persona son absolutamente demenciales; con otros culturistas, con el entrenador de Dorothy, con el subdirector del hotel, con todos, es como soltar un montón de niños en una tienda de juguetes, donde todo es nuevo y extraño.

Tenemos a los Turnipseed haciendo de las suyas por el hotel, y tenemos a Shereel Dupont y a Russell intentando concentrarse en ganar Miss Cosmos. La crueldad que imprime Crews en todo lo que rodea a Shereel, visto entre líneas, se compensa un poco con los toques divertidos de la familia Turnipseed. Aunque conforme avance la novela y se ahonda más en la trama vemos que el humor solo es una fino velo para enmascarar una crueldad y una tristeza omnipresentes. Porque todo ese mundo de cuerpos perfectos, de cuerpos esculpidos con sangre sudor y lágrimas, no es más que un gran show de postín, un gran espectáculo que termina cuando se baja del escenario y no se es nadie, un gran engaño al que nadie presta atención.

Además de enseñarnos el conflicto de enfrentar a una familia como los Turnipseed a un mundo totalmente ajeno a ellos, de enfrentar la rudeza de la vida real con el simbolismo de un gran teatro como es el culturismo, de enseñarnos el culturismo en sí, todo ese esfuerzo por la gloria, todo ese oscurantismo de batidos, hormonas, chutes, dietas brutales y privaciones letales, Crews nos presenta ambos mundos sin juzgar ninguno de ellos, sin decantarse por ninguno de los dos, simplemente exponiendo los hechos y dejando que el lector escoja su bando.

Y leyendo a Crews piensa uno inevitablemente en gente como Chuck Palahniuk, y en gente de su generación, porque la esencia de Palahniuk y los que llegaron detrás está directamente influenciada por Harry Crews, de él y solo de él aprendieron tipos como Palahniuk, solo que lo hicieron a medias, nadie es tan bueno como el cabrón de Harry Crews. Esa manera de reírse de lo que a uno le rodea, de confrontar mundos, de ponernos delante de los ojos las realidades más histriónicas; como hace Palahniuk en Monstruos invisibles, en Error humano, o en Al desnudo, beben directamente del estilo de Crews. Pero a ellos les faltan las lecturas entre líneas, les falta la contundencia, les falta la aspereza, que hacen que leer a Crews sea revelador e intenso y leer a l resto un simple entretenimiento.

Leed a Crews, es el único escritor que he visto peinando cresta que se ha ganado todo mi respeto.

 

Cuerpo
Harry Crews
Acuarela-Antonio Machado 2011
344 páginas.

 

 

 


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