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Últimos días en el Puesto del Este, de Cristina Fallarás

07/11/2011

Las historias de amor rara vez me gustan, las novelas con amores de cualquier tipo me suelen aborrecer. Claro que, si hay algún pequeño indicio de género negro en la trama, la cosa cambia substancialmente y puedo ser indulgente. Pero huyo del amor.

Tampoco me gusta la poesía. Lo siento, la hay muy buena, seguro, pero no me suele producir nada, analfabeto total. Y poco me gustan las novelas con lenguaje poético, alegorías, que son melosas, con aire decadente o incluso derrotistas. Las novelas que evocan. Las novelas que son poesía, un horror.

Últimos días en el Puesto del Este es una historia de amor. Y tiene un punto poético de cojones.

Entonces, ¿Últimos días en el Puesto del Este, que, es una mierda? ¿Cristina Fallarás ha perdido todo el fuelle y después de sus niñas perdidas ha escrito una fofa historia de amor?

¿Estamos todos locos?

Últimos días en el Puesto del Este es más Fallarás que si la pelirroja te diera un puñetazo en la cara. Últimos días en el Puesto del Este es ese cuchillo tan afilado que tu madre guarda en el primer cajón de la cocina y que tanto miedo te daba cuando eras niño. Últimos días en el Puesto del Este es amor, sí, pero también es dolor, es supervivencia, asco, miedo y valentía.

¨Mi amor, mi dulce amor distante. Quién sabe por qué unos cuerpos atraen a otros cuerpos, por qué la composición de un cerebro (¿debería hablar de alma?) y su estructuración y la manera en que se narra conectan a dos personas hasta el punto de enloquecerlas. Y más allá, por qué conectan a una sola persona enloquecida sin que la otra dé paso al fenómeno, abra esa divina puerta. Pero ahí ya deberíamos entrar a diseccionar la mezquindad y el miedo, dos sentimientos que tengo demasiado presentes aquí, que conforman el todo cotidiano en el que paso estos últimos días.¨

Una mujer y sus dos hijos de corta edad están sitiados en una casa; pero no están solos, junto a ellos, unas veinte personas más comparten encierro. Fuera están los bárbaros, a priori, fanáticos religiosos, creyentes  exaltados, la turba de los fieles. Y una figura que engrasa a los encerrados, que los mantiene, que los anima, El Capitán. Pero las cosas se han complicado para esa mujer y sus dos hijos, que son la mujer y los hijos de El Capitán, porque la figura que hace que todo fluya se ha marchado. El capitán no está. Y todo se complica.

¿Volverá El Capitán? Es lo que todos se preguntan, es lo que se pregunta la protagonista, es lo que nos preguntamos nosotros.

Y fuera un mundo que no sabemos, ¿Destruido? ¿Acabado? ¿Cambiado para siempre?

 Y dentro un equilibrio que se rompe, que se resquebraja poco a poco, nervios que se desatan, miedos que se propagan.

Asfixia

¨Nosotros tres somos todos. Esta mañana he salido y mi aspecto ha despertado muchos comentarios-he oído la palabra loca, la palabra puta, la palabra pobre y la palabra culpa-y ninguna risa.¨

Y paralelamente, la protagonista, cuenta o escribe o recuerda a su amado y amante que no está, que no sabe dónde ha quedado después del desastre, de la revuelta, del fin.

Joder. Joderjoderjoder.

Cristina Fallarás más fiel a su estilo que nunca, más áspera que nunca. Pero también más poética, más amadora. Amoramoramoramor. Fallarás relata en Últimos días en el Puesto del Este un crudo amor combinado con un escenario post apocalíptico y feroz.  Una novela dividida en diez capítulos que son diez días, que son diez pequeñas dosis de locura, de ternura, de supervivencia, de amor, de existencia.  Y lo cuenta con un lenguaje algo poético, si, mezcla de poesía y atrocidad, poesía dura, lenguaje duro y existencial, fiero, alejado de la criptica poesía y de las novelas flácidas y decadentes de las que he hablado antes. Fallarás en toda regla. Fallarás en una torreta ametralladora en mano, bum, bum, bum, bum.

¨Cuando alguien te agarra del pelo y estira con tanta fuerza que parece que va a sangrarte el cuero cabelludo a chorros, lo descubrí entonces, un mecanismo nubla la vista y resulta imposible ver la velocidad de rayo con la que se acerca el muro contra el que te van a reventar la cara. Luego el estómago, las patadas, el suelo, los mordiscos, y la orina pasan a formar parte de la insólita normalidad en el dolor que se te instala inmediatamente.¨

Difícilmente puedo esconder lo que esta mujer produce en mí, seguramente lo que produce en muchos, desata los instintos, los despierta, toca esa parte oculta del alma donde se almacenan las cosas primarias, la roza, la deja al descubierto. Y cuando te has confiado la pisotea. Pisarpisarpisar.

Te hace emerger y te pisotea. Como en la parte final de la novela, donde te abate sin piedad, sin dilación, sin miramientos. La Fallarás te hace flotar y en la última parte te suelta sin clemencia para dejarte caer al vacío.

Un, dos, tres. BUM.

Y quedarse con esa sensación.

CON ESA SENSACIÓN.

Cristina Fallarás obtuvo con esta novela el Premio Ciudad de Barbastro de Novela Corta, en su edición XLII. Fernando Marías, miembro del jurado dice de esta novela:

Solo les pido que si se consideran lectores del siglo XXI y creen en la literatura de resistencia ideológica y están interesados en las novelas que hacen preguntas hondas que da miedo responder, esta es su novela.

Está todo dicho.

 

Lee el primer capítulo de Últimos días en el Puesto del Este aquí

Últimos días en el Puesto del Este

Cristina Fallarás

DVD Ediciones 2011

132 paginas

Las niñas perdidas de Cristina Fallarás

27/06/2011

Empezad por leer esto:

¨La calle Joaquín Costa del Raval barcelonés es territorio de filipinos, paquistaníes, algún marroquí, y una horda de piojosos pendulantes.  Dos o tres coctelerías desubicadas arrastran al anochecer a algún moderno y un puñado de aspirantes a intelectual tatuado, sin que cambie un ápice el sucio corredor. En los pequeños balcones uno puede observar, si se fija, a alguna niña en bragas a la espera de que su madre consiga del cliente una eyaculación rápida. Si en la ciudad hubiera asesinatos, podrían fácilmente ocurrir en esa calle y sus alrededores. Pero no hay asesinatos, y en las aceras se amontonan basuras, borrachos, lateros, jóvenes traficantes de metanfetamina oriental, grasa de durum, algún tomate reventado en descomposición y estudiantes universitarios.¨

 Es acojonante. Al menos a mi me parece acojonante, y lo mejor de todo es que toda la novela es así; cruda como la misma Barcelona que nadie ve, cruda como la vida de la gente normal que va a trabajar cada día por un misero sueldo, cruda como las penas que nos invaden a todos, esas penas que nos quitan el sueño, que nos roba los sueños, que nos hacen ver que en realidad no somos mas que unos pobres esforzados apilando piedra día tras día, empujando un presente y esperando un futuro cada vez mas negro

 Ya en Twitter avisé, desde la pagina 18 tuve la sensación de estar ante un muy buena novela, una de esas que sabes que vas a disfrutar, que vas a recordar y lo mas importante, que te va a llegar. Y no me equivoqué ni un gramo. Sus 194 páginas son uno de los mejores retratos de Barcelona que he leído nunca, de sus barrios, de sus gentes, de sus costumbres, de su pasado, sobre todo de su presente. Un fresco realista y alejado de la Barcelona postelera que bien conocen los de fuera y muchos de los de dentro, alejado de toda realidad que conozcáis que no sea la propia realidad que aquí se describe, porque es así, todo esto es real, yo mismo me he pasado dos largos años trabajando justo en el centro del barrio del Raval, justo delante de la calle Joaquín Costa, y todo, exactamente todo es real, tan real, que cuando uno lee esta novela y traza un mapa fotográfico en su mente con todas las calles, plazas, esquinas, portales, hospitales, carreteras, tiendas, bares, jardines y demás rincones oscuros, ha de aguantar la respiración, serenarse, y, aún a sabiendas que todo eso es real, saber que esta leyendo un novela, convencerse de que solo es una novela, unanovelaunanovelaunanovela, joderjoderjoderjoder

Pero no solo de Barcelona trata Las niñas perdidas, Barcelona solo es el gran telón de fondo donde Victoria González se gana la vida como detective privado. Ex periodista, separada dos veces, con un pasado tan oscuro como el pelaje de un felino de mal agüero y embarazada de 5 meses, Victoria González, Vicky, es una superviviente, una mujer dura, fría y de origen humilde, que ha logrado salir a flote, mantenerse, y empujar los días desde su oficina en el barrio del Raval. Un sobre con mucha pasta y unas pocas instrucciones, bastan para que Victoria y su ayudante y gran amigo Jesús, se pongan en marcha para investigar una de las brutalidades más horribles que alguien puede cometer.

Una investigación que llevara a Victoria a enfrentarse cara a cara con restos de su pasado, a verse con la locura, con la pobreza, con los recuerdos, a verse con la clase adinerada, poderosa y estupida a verse también con lo mas bajo, con lo mas podrido, lo mas penoso y lo mas atroz.

Pero lo mejor de esta novela, lo que mas se disfruta siempre de las novelas, es la manera en que esta escrita; la manera en que Cristina Fallarás forma las frases, los diálogos, los párrafos, las paginas, la historia, como le da forma, como la construye, como la desarrolla, como describe, como insulta, como insulta mecagoenlaputa joderjoderjoderjoder la Fallarás es potentísima, áspera como una tarde de verano sin agua, brusca y ruda, redonda, redondísima, con unas sentencias a prueba de bombas, con unas verdades tan exactas que ruborizan a cualquiera que se atreva a leerlas, con clase, pero esa clase que te da la experiencia de la vida, el conocimiento, sólida, sólidasólidasólida y real, asustadizamente real.

Pero que nadie crea que Las niñas perdidas es sórdida o miserable, o penosa o cruel. Donde hay niñas y hay muerte, y más que eso, crueldad, puede uno caer en la sordidez, en la facilidad del escarnio y en el recurso siempre fácil de la descripción. La Fallarás no lo ha hecho. Por supuesto hay dolor, y hay imágenes y maldad, pero no hay nada de facilidad en esta novela, lo que hay es una bruma de hechos, una constatación de algunos hechos, una seguridad de atrocidades, pero ninguna  realidad, todo se reduce a que el lector sepa, pero que no vea. Sutil, efectivo y grandioso.

Sin duda es una de las novelas de género negro que más me han gustado desde hace tiempo, lejos de los esquemas, lejos de los convencionalismos, con un lenguaje propio y con una fuerza brutal, cortante como el filo de un cuchillo carnicero, incomoda,  perturbadora y muy negra, negranegranegranegra.

Las niñas perdidas  ganó el Premio internacional de novela negra L´H Confidencial en su quinta edición en 2011. Y la anterior novela de Cristina Fallarás Así murió el poeta Guadalupe fue finalista al Premio Dashiell Hammett de novela negra en 2010. Y lo mejor de todo, su próxima novela Estado de sitio que se publicara a finales de año por DVD Ed. ha ganado el XLII Premio Internacional de Novela corta ¨Ciudad de Barbastro¨. Así que, que cojones, no me hagáis caso a mi, pero tres jurados distintos de tres premios distintos, algo de razón han de tener, ¿no?

A Cristina Fallarás la podéis seguir en su blog o también podéis daros una vuelta por la magnifica web que desde su despacho, en el centro del Raval, capitanea con muy buena mano y un buen equipo, la magnifica Sigueleyendo

 

Y si después de todo, os han entrado ganas de leer un poco de Las niñas perdidas, aquí tenéis los primeros capítulos.

Las niñas perdidas

Cristina Fallarás

Editorial Roca 2011

194 paginas.


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