Archive for noviembre 2014

La pata del escarabajo, de John Hawkes

28/11/2014

escarabajo

 Tengo una extraña pasión por los westerns, más concretamente por los westerns góticos. Oscuros, sangrientos, extraños, incluso despiadados a veces.

Pero empecemos por el principio. John Hawkes, otro de los hijos del postmodernismo norteamericano que junto a Pynchon, Barth, Barthelme, Gaddis y toda la panda, revolucionó la manera de escribir y contar historias allá por los sesenta y en adelante. Con algo más de suerte que alguno de sus coetáneos, unos pocos de sus libros fueron publicados en España en los años ochenta de la mano de Alfaguara, cuando se arriesgaba a publicar buena literatura, cosa que ahora parece no querer hacer, además de relegar al olvido un catálogo plagado de buenos autores que no se molesta en reeditar. Por suerte, la editorial Meetok ha recogido el testigo y de momento ha publicado dos de sus novelas, con vistas a publicar más.

He de reconocer, que mi primer intento con Hawkes fue con su novela El caníbal, una novela donde Hawkes hace su particular (re)visión de la segunda guerra mundial. Demasiado oscura y triste para mí en este momento, opte por dejarla y empezar por otra se sus novelas más afín a mis gustos, un western.

Con un estilo seco y desnaturalizado, pero a la vez hipnótico y oscuramente lírico, Hawkes construye en La pata del escarabajo un western gótico, extraño, surrealista, inconexo, un tour de force para el lector que, más allá de buscar una trama o un hilo conductor, ha de quedarse con el texto, con las palabras, con lo que subyace de ellas y reconocer y recomponer una historia donde el duelo y el dolor, la perdida, la apatía, la irrealidad y los fantasmas pueblan el pequeño y árido Mistletoe, un pueblo a la sombra de la gigantesca presa que habría de traer prosperidad y dinero a sus habitantes.

Hawkes no es un tipo fácil, él mismo decía que los verdaderos enemigos de la novela son: la trama, los personajes, el escenario y el tema. Así que intentad escribir algo obviando todo eso, es prácticamente imposible. Pero Hawkes lo consigue en sus novelas, da al lector una visión nueva del ejercicio de leer, otra visión, otro punto de vista. Hawkes parece querer darnos la oportunidad de construir nosotros mismos la historia, dándonos él los bosquejos, los pedazos de un todo que sólo él conoce, yendo de aquí para allá en una trama ya de por sí fragmentada, inconexa, que además él altera una vez tras otra cambiando las localizaciones, los espacios temporales y los personajes.

La clave para encajar todas las piezas nos las da el lenguaje que emplea Hawkes, un lenguaje potente y muy visual capaz de crear atmosferas asfixiantes y oscuras, capaz de transmitir la amalgama de egos y almas destrozadas, de personalidades extremas, capaz de crear un clima desolador que envuelve a un pueblo entero, capaz de tantas y tan extremas imágenes usando tan poco, usando solo las palabras exactas, con esa sensación de llenazón, de mareo, que da leer a Hawkes.

La pata del escarabajo es una novela absolutamente excelsa, ambientada casi toda ella al abrigo de la oscuridad nocturna, del polvo del desierto, una novela que lleva casi al extremo la definición de western gótico, una novela que nos hace pensar el Cormac McCarthy, en Faulkner, una novela que apesta a pobreza, a ropa sucia, a comida pasada, a gallinero, a cuadra, a gasolina, a alquitrán, a pólvora, a aire viciado, a humedad, a sureño. Una novela que nos desafía una y otra vez para darnos cien veces lo que le demos, para recompensarnos con un juego a todas luces imposible, que se hace posible mientras leemos.

John Hawkes jugaba con los géneros a placer en cada una de sus novelas; género negro, bélico o western, lo monstruorizaba, lo hacía suyo, y mandaba a tomar por culo la literatura tradicional. Admirado por Pynchon y Donald Barthelme, entre otros, Hawkes se ganó con creces un lugar entre ellos.

La pata del escarabajo
John Hawkes
Ed. Meetok 2010
229 páginas.

La mujer de un solo hombre, de A.S.A Harrison

25/11/2014

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¨Las personas no están aquí para satisfacer nuestras necesidades, ni para cumplir nuestras expectativas, ni nos tratarán bien siempre. El hecho de no aceptar esto generará rabia y resentimiento. La serenidad se consigue aceptando a las personas tal como son y enfatizando lo positivo.¨

Como lector nunca me han gustado las novelas que nos proponen ciertos juegos psicológicos. Sobre todo si estos tienen que ver con parejas, matrimonios o juegos sentimentales. Suelen acabar con mi paciencia. Me aburro, desconecto, deja de interesarme lo cotidiano y lo mundano. Me es más sencillo descartar todas las novelas que basen su trama en esa característica, que intentar encontrar alguna de mi gusto.

Así que La mujer de un solo hombre nunca habría acabado en mis manos de no ser por una serie de casualidades; una editora en la que confío al cien por cien, una bloguera en la que igualmente confío a ciegas, y la diferencia que a priori tiene esta novela con el resto de su, digamos, estilo.

Y es verdad que hay vida más allá del hardboiled.

Me he dado de bruces con una novela de parejas, si, una novela que basa todo su argumento en una pareja absolutamente feliz, que se ama hasta límites que harían entrar en coma a un diabético, que lo tienen todo, donde él es perfecto y ella es la auténtica y cariñosa y amante ama de casa y esposa. Un cuadro con todos los clichés.

O al menos es lo que percibe ella…

Jodi y Todd llevan más de veinte años juntos, ella es psicoterapeuta y pasa consulta en casa, él es constructor, y tiene su propia empresa. Viven en un apartamento en la planta 27 de un lujoso edificio con vistas al lago Michigan. Su vida es básicamente perfecta y, aunque no han tenido hijos, la viven con plenitud; ella pasa consulta en casa, cocina exquisiteces para su marido, va al gimnasio y da largos paseos con su perro Freud. Él también va al gimnasio, agasaja con regalos y detalles a su dulce mujer y sale con sus amigos. Los dos tiene su espacio, los dos tiene todo lo material que deseen tener, los dos disfrutan de vidas felices uno junto al otro.

Pero hay algo más, o yo no estaría aquí hablando de esta novela claro. Lo malo es que si hablara claramente de lo que sucede en esta novela os reventaría toda la trama, y no.

La mujer de un solo hombre puede leerse de varias maneras, desde varios enfoques, incluso si el lector es un hombre o una mujer puede que su punto de vista sea diferente. ¿Nos reconoceremos los hombres en Todd? ¿Se reconocerán ellas en Jodi? ¿Empatizaremos nosotros no Jodi? ¿Quién es realmente el malo en todo esto, él o ella? Y una larga lista de preguntas que nos iremos haciendo conforme la trama vaya avanzando. Y una vez terminado el libro.

Lo que me ha seducido de ésta novela, y que no han conseguido otras más celebradas, es el relato tan real que hace Harrison del mundo de la pareja, como narra la transformación de sus personalidades según los hechos se van sucediendo, según la dirección que toma cada uno, cómo retrata los sentimientos de cada uno de ellos según sus decisiones. Una visión escalofriante de la evolución de la pareja durante la trama; cuando las buenas personas se convierten primero en seres confusos, luego en seres vengativos, para volver a estar confusos. Amor, soledad, depresión, ira, celos, lascivia. Un coctel de sensaciones y de estados que desfilan por los personajes, que los hacen cada vez más humanos, cada vez más completos, cada vez más creíbles, cada vez más oscuros.

Harrison es capaz de humanizar o deshumanizar a sus personajes según el estado en el que se encuentren, y lo hace tan rematadamente bien, que es imposible no admirarla, no identificarse con cualquiera de los dos en algún momento de la novela. Harrison no es ni fría, ni calculadora, ni hace trampas en la trama. Harrison aboca a sus personajes a sus decisiones, los acorrala, los hace responsables de ellas, de manera que la única resolución posible es la que ellos han estado buscando, la que ellos han elegido, no hay sorpresa, no hay un conejo bajo de la chistera.

Admiro, y esto es raro, la psicología de sus personajes, la mano que tiene Harrison para construirlos tan bien. Donde otras veces he visto personajes pretenciosos, altivos, excesivos o soberbios, aquí veo personas consecuentes con sus vidas, humildes dentro de su felicidad, cercanos, respetuosos hasta cierto punto. Porque no son unos ángeles, no debemos olvidarlo. Harrison no ha inflado sus personalidades, ni ha inflado la trama. Todo surge de manera natural, los sucesos son prácticamente normales, que no deja de ser algo terrorífico, todo evoluciona, al parecer, sin poder tomar otra dirección que la que ellos mismos se han ido construyendo. Esto dicho así es raro, pero cuando uno lee la novela cobra todo el sentido del mundo. De verdad.

Harrison ha escrito una novela lenta, pausada, que se abre poco a poco, que se oscurece más a cada capítulo, que se va volviendo áspera y cruda cuanto más avanza. Una novela reflexiva, costumbrista, cruel.

La mujer de un solo hombre
A.S.A Harrison
Salamandra Black 2014
316 páginas

Prosa Inmortal: Crimen y Castigo.

21/11/2014

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¨Una de las comadronas de Los Cañizos corre a toda velocidad, blandiendo un fórceps a modo de espada medieval, y consigue arrancarle media nariz a uno de los chicos del laboratorio. Éste querría haberle dado con un microscopio de cuatro quilos a una de sus compañeras, que lleva un biberón molotov listo para lanzarlo a quien se cruce

 ¡Ya está aquí! ¡Ya ha llegado! ¡Niños y niñas! ¡Prosa inmortal 2!

(Corre desnudo haciendo el avión por casa mientras la cartera, en la puerta, sostiene el paquete, temblorosa, sin entender la reacción del inquilino del tercero cuarta que siempre ha sido tan amable con ella y con el que…) 

Ya sabéis lo que me gustan estas revistillas de relatos, y con lo que disfruté leyendo Prosa Inmortal: Los horrores de la ciencia estaba deseando que los señores John Tones y Francisco Serrano sacaran el segundo número de una vez…que se han retrasado un poco, eh, amigos, unos meses, ahí es nada, y yo aquí, esperando.

 Pero dejémonos de tonterías y hablemos de RELATOS. Con mayúsculas.

Este segundo número de Prosa Inmortal, algo más largo que el anterior, sigue la estela de calidad de la que ya hacía gala la primera entrega, incluso creo que la supera. Con un elenco de nuevos autores en sus páginas –salvo los dos editores antes citados, que repiten- y un nuevo leitmotiv, enfocado al Crimen y Castigo -de tan amplias interpretaciones como ya lo fue Los horrores de la ciencia– este conjunto de relatos vuelve a transportarnos a lugares extraños, remotos o demasiado conocidos, vuelve a hacernos sentir escalofríos, miedo, confusión y recelo, vuelve a dejarnos esa sensación de maravilla al terminar de leer algún relato, o después de cada uno de ellos. Prosa Inmortal está, una vez más, llena de gente extraña, violenta, rara, loca, vengativa, creyente, solitaria, poseída o cualquiera de los trastornos que se os ocurran.

Como por ejemplo en El arte de mentir, de Grace Morales, un relato muy corto y potente, casi como una bofetada, un relato que juega con la mentira, con el lector, de esos relatos que hay que leer hasta la última página, donde todo cobra sentido y las piezas encajan. O el de Andrés Abel, que ha escrito un relato de súper héroes, de un súper héroe. O igual de un súper villano. ¿Un justiciero algo retorcido? Los diarios de la mosca de la carne es un relato lleno de acción, sangre, ¿venganza?, a su manera , un relato contundente, engañoso, con un punto de vista retorcido, voyeur, maléfico, yo que sé mola muchísimo.

O meternos de lleno en un mundo inundado lleno de ciudades flotantes, un mundo donde las terrazas de los edificios sobresalen del agua, donde se acampa y se vive, un mundo con apenas zonas que no se han inundado. Francisco Serrano nos planeta en La inundación un mundo así, un relato de búsqueda, de desconfianza, también un relato de venganzas, de dobles caras, duro, seco y cruel.

Otra cosa es Una buena chica, de Alejandro Morellón el relato más loco y surrealista de la antología y uno de mis favoritos, del que proviene la cita al principio de esta entrada. Una lucha a muerte entre dos hospitales, desde la gente de la limpieza hasta el director del centro; enfermeras, camilleros, vigilantes, recepcionistas, todo el mundo luchando por su hospital; sierras, bisturíes, muletas, microscopios, todo vale con tal de acabar con el enemigo. Un relato brutal y bestial y sanguinario que se lee con una buena sonrisa en la cara.

En Vicios menores, Noel Ceballos nos muestra lo diabólico, cruel y frío que puede llegar a ser el ser humano a muy temprana edad, nos enseña que el mal es prácticamente inherente a la especie, que está ahí, que a veces sale de forma natural y muchas otras, cuando alguien nos avoca a él. Y otro de mis favoritos, 357 de Jesús Cañadas, un autor que me apasiona, al que ya le he leído algunos relatos más, que siempre muestra la cara oscura del ser humano, sus relatos son siempre retorcidos y oscuros, y este no iba a ser una excepción. Cañadas construye un relato de atmosfera asfixiante en una institución mental, una historia con un toque fantástico, que mantiene la tensión desde el primer párrafo hasta el último.

También tenemos un Western, El perro, un magnífico relato lleno de rabia y polvo, de obstinación, de obsesión. El relato de Merche Montero es seco y áspero y violento y duro. Y sale un chucho. Y podría seguir con el de Francisco Jota-Pérez, el de John Tones, el de Carlos Pérez o el de Javi Sánchez, todos fantásticos, entre la aventura, las distopías, las cárceles imposibles, los monstruos, la religión…

Por segunda vez, Prosa Inmortal vuelve a demostrar que las cosas con pasión y savoir faire son las que mejor salen, esta Monografía de ficción vuelve a rizar el concepto de antología, vuelve a reírse de sus camaradas de especie, vuelve a dejar claro que la literatura underground no tiene nada que envidiar al resto.

¡Viva la Prosa de segunda!

Crimen y Castigo AQUÍ.

American Noir, VVAA

17/11/2014

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Tenía muchas ganas de leer por fin, aunque parezca increíble, relatos de la mayoría de los autores de esta antología. Y digo que parece increíble porque en este país se publica mucho y bastante mal, y se descuida mucho a los clásicos. Y no solo a los clásicos de género, si no a los clásicos en general.

El ejemplo es esta antología, de los autores que salen en ella, la gran mayoría tiene inéditos sus relatos en nuestro país. A un pilar del género negro como es Jim Thompson, solo se le conocen dos relatos traducidos al castellano, y de eso hace más de quince años, en las revistas de Alfred Hitchcock, de James M. Cain he localizado un relato traducido en otra antología de tema didáctico de la editorial Vicens Vives, solo uno, de Mike Spillane ninguno, así como de David Goodis, James Ellroy, Lawrence Block, Lehane o Elmore Leonard, nada, y si corre alguno debe ser una traducción amateur o de alguna revista online.

Y no alcanzo a entenderlo. Todos y cada uno de ellos son autores de gran calidad, y todos –salvo Oates– son considerados clásicos del género negro y del Pulp, se han traducido la mayoría de sus novelas a nuestro país –con mayor o menor suerte- y la mayoría del público los conoce. ¿Entonces por que no se han traducido sus relatos? Nadie lo sabe. Es especialmente cruel en el caso de nombres como Thompson, Goodis, M.Cain o Spillane que han sido traducidos y editados varias veces y en diferentes épocas y siempre se han dejado de lado sus relatos, aquellos relatos con los que empezaron y donde se forjaron como escritores. Y si alguien pone en duda la calidad de aquellos primeros escritos, solo tiene que leer los relatos que hay en esta antología y se le quitaran las manías tan rápido como una bala alcanza el pecho del insensato que se interponga en su camino.

Pero hablemos un poco de estos relatos.

Navona ha cogido la antología The Best American Noir of the Century que se publicó en 2010 en USA, de la mano de James Ellroy y Otto Penzel como antólogos, y la ha publicado en España, un poco recortada eso sí. Básicamente la ha partido por la mitad. No me parece mal del todo, teniendo en cuenta que la edición original son más de seiscientas páginas, y ya sabemos que pasa en España con los relatos, me remito al principio de esta entrada. Así que como toma de contacto para los lectores, y para los editores, esta edición un poco de prueba no está nada mal. Además, tenemos la palabra de la editorial que si se vende bien esta primera parte, editarán el resto de la antología en un segundo volumen. BIEN.

Las buenas antologías destacan por su uniformidad de calidad, algo muy difícil de conseguir en la mayoría de los casos, dar con un conjunto de relatos sobresalientes –cuando se trata de varios autores- es casi una utopía. Cuando uno ve el nombre de los dos antólogos de esta selección, cualquier duda queda despejada, son dos pesos pesados del género, los dos tipos con el mejor criterio sobre género negro que corren por el mundo editorial.

Los amantes del Hardboiled disfrutaran de esta antología una barbaridad, que es lo que he disfrutado yo, con tanto autor Pulp, tanto relato visceral, tanto cliché en tan pocas páginas. Pero si os gusta lo negro más frío y pausado, más psicológico, más cruel, también disfrutaréis mucho, pues hay un buen puñado de relatos de ese estilo.

Desde Pastorale, de James M. Cain que es un relato pulp de manual; rápido, contundente, sin florituras, directo al grano, donde una mujer y su amante deciden matar al marido de ésta para poder vivir su amor juntos y cobrar el dinero del seguro de vida del marido. Un tema tratado millones de veces y visto de mil maneras diferentes, pero esta vez con el sello de M.Cain. Pasando por el relato de Spillane, uno de mis favoritos, también absolutamente Pulp, donde el amor vuelve a ser el hilo conductor, donde la venganza tiene una presencia brutal, con un Spillane que hace gala de una inteligencia asombrosa al urdir en pocas páginas una jugarreta brillante, sencilla y pulpera, pero brillante. O el brutal relato de David Goodis, sin duda el más oscuro y cruel de la antología, el más doloroso y que me dejo absolutamente KO. Un relato con un desarrollo lento y meticuloso, detallista, un relato casi susurrado al oído. Durísimo, feroz.

O el de Thompson, por fin, si hay un ejemplo de relato de revista Pulp, aún más que el de M.Cain, es éste, otro relato con el amor de trasfondo, con el adulterio como trama, rapidísimo, contundente y de esos que te desvelan toda su magia justo en la última frase del último párrafo del relato. Los relatos de Patricia Highsmith, y de Joyce Carol Oates se engloban en ese tipo de relatos con desarrollos más largos, donde se presta más importancia a los personajes y sus psicologías que a la acción, que queda relegada casi al final de todo, relatos de final contundente. Los de Ellroy, Block, Lehane y Leonard están a medio camino entre el hardboiled y los relatos más psicológicos. El de Lawrence Block por ejemplo es un relato retorcido, vengativo, con un desarrollo tranquilo, pero que al final se torna brutal y tiene esa dosis pulpera que nos gusta tanto. O el de Lehane, una historia de amistad que se enturbia y se torna oscura por culpa del amor, una vez más.

Os habréis dado cuenta de que prácticamente todos los relatos tiene que ver con el amor, de hecho solo hay uno que no tiene como hilo conductor el amor, todos están relacionados con él de una u otra manera; con el amor entre amigos, con el amor de una mujer, de un hombre, con el desamor, con los celos, con la envidia. Eso nos demuestra que en el fondo, somos seres muy primarios, y que la violencia es en sí primaria, humana, visceral, el amor es el gran recurso del género, de los géneros, es el gran tema universal.

Para mí, la prueba de que esta antología funciona perfectamente es el hecho de que, si lees los relatos sin saber cual pertenece a cada autor, son perfectamente identificables. Todos son la muestra exacta de quien los ha escrito, todos tienen la esencia de su autor, Goodis es exactamente Goodis, es inequívoco, Lehane es puro Lehane, y así todo y cada uno de ellos. Creo que eso es lo que se buscaba desde el principio, y se ha conseguido con creces.

Ojalá esta antología sirva para empezar a abrir un poco el mercado y que más editoriales se animen a traducir relatos de autores clásicos del género negro, ojalá más gente valiente.

American Noir
VVAA
Ed. Navona Negra.
331 páginas

Cuerpo, de Harry Crews

10/11/2014

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Supongo que nunca sucederá, pero si algún día me decido a escribir algo, ojalá se parezca una décima parte a como escribe el Señor Harry Crews. Después de leer Cuerpo, que descubro tarde como siempre, me pregunto, no por mí, porque yo llego a las buenas novelas siempre a través de terceros, que son los más leídos y los que me aconsejan, me pregunto, ¿porque no se lee más a gente como Crews? Y de Crews a Hawkes y a Gass, a Coover a Gaddis y a tantos otros que se leen tan poco. Un montón de gente interesante, por decirlo sin pedantería, que está básicamente descatalogada o que se edita con cuenta gotas y que en ventas, responden básicamente al romanticismo más que al negocio. Supongo que por eso mismo un montón de ellos siguen en el ostracismo.

Pero hablemos de culturismo.

Ambientar una novela en el mundo del culturismo y, más concretamente, en una competición tan señalada como el Miss/Mister Cosmos, me parece absolutamente bizarro (tanto en el significado español de valiente, como en el francés de extraño, freak). Porque si el culturismo, ya de por sí, es un mundo que a todos nos parece bastante surrealista, extremo, bruto y oscuro, lo que hace Crews en esta novela es una auténtica bomba atómica. Porque enfrentar dos clases tan alejadas, dos estratos sociales tan distintos, dos maneras de ver la vida tan diferentes como son los Turnipseed por un lado y un hotel lleno de culturistas medio en pelotas que aspiran a ser campeones del mundo por otro, es la mezcla más brutal, divertida, cruel y extraña que jamás he visto en mi vida.

Dejadme que os hable de la familia Turnipseed: del sur, pero muy del sur, lo que a todas luces llamaríamos paletos; mal hablados, mal educados, simples, ruidosos, tirando a estúpidos y, lo más importante, violentos. Pero de toda la familia, el más peligroso con diferencia es Harry Barnes, al que todo el mundo llama Cabeza clavo, un tipo ultra violento que no se separa nunca de su gran navaja plegable y que tiene la extraña manía de ir estrangulando a cuanto se le ponga por delante.

Y lo que tenemos en Cuerpo es: un hotel lleno de culturistas de todo el mundo concentrados para ganar el título más importante de sus carreras, y entre ellos, la favorita para ganar el título de Miss Cosmos, Shereel Dupont, o como se la conocía antes de pasar por las manos de Russell Morgan ¨El Músculo¨, la señorita de Waycross, Gerogia, Dorothy Turnipseed. Así que tenemos una culturista preparada para ganar el título mundial, a la que ha venido a ver su familia, una familia de paletos totalmente locos incapaces de entender porque un montón de tíos y tías se pasean medio en pelotas por un hotel, pero lo más importante, no entienden porque su Dorothy a la que no ven hace meses, se ha hecho eso en el cuerpo, va medio en pelotas y sobretodo no entienden porque se ha cambiado su precioso nombre por uno tan estúpido como Shereel.

Os juro que esto es muy loco.

Las escenas de los Turnipseed interactuando con cualquier cosa o persona son absolutamente demenciales; con otros culturistas, con el entrenador de Dorothy, con el subdirector del hotel, con todos, es como soltar un montón de niños en una tienda de juguetes, donde todo es nuevo y extraño.

Tenemos a los Turnipseed haciendo de las suyas por el hotel, y tenemos a Shereel Dupont y a Russell intentando concentrarse en ganar Miss Cosmos. La crueldad que imprime Crews en todo lo que rodea a Shereel, visto entre líneas, se compensa un poco con los toques divertidos de la familia Turnipseed. Aunque conforme avance la novela y se ahonda más en la trama vemos que el humor solo es una fino velo para enmascarar una crueldad y una tristeza omnipresentes. Porque todo ese mundo de cuerpos perfectos, de cuerpos esculpidos con sangre sudor y lágrimas, no es más que un gran show de postín, un gran espectáculo que termina cuando se baja del escenario y no se es nadie, un gran engaño al que nadie presta atención.

Además de enseñarnos el conflicto de enfrentar a una familia como los Turnipseed a un mundo totalmente ajeno a ellos, de enfrentar la rudeza de la vida real con el simbolismo de un gran teatro como es el culturismo, de enseñarnos el culturismo en sí, todo ese esfuerzo por la gloria, todo ese oscurantismo de batidos, hormonas, chutes, dietas brutales y privaciones letales, Crews nos presenta ambos mundos sin juzgar ninguno de ellos, sin decantarse por ninguno de los dos, simplemente exponiendo los hechos y dejando que el lector escoja su bando.

Y leyendo a Crews piensa uno inevitablemente en gente como Chuck Palahniuk, y en gente de su generación, porque la esencia de Palahniuk y los que llegaron detrás está directamente influenciada por Harry Crews, de él y solo de él aprendieron tipos como Palahniuk, solo que lo hicieron a medias, nadie es tan bueno como el cabrón de Harry Crews. Esa manera de reírse de lo que a uno le rodea, de confrontar mundos, de ponernos delante de los ojos las realidades más histriónicas; como hace Palahniuk en Monstruos invisibles, en Error humano, o en Al desnudo, beben directamente del estilo de Crews. Pero a ellos les faltan las lecturas entre líneas, les falta la contundencia, les falta la aspereza, que hacen que leer a Crews sea revelador e intenso y leer a l resto un simple entretenimiento.

Leed a Crews, es el único escritor que he visto peinando cresta que se ha ganado todo mi respeto.

 

Cuerpo
Harry Crews
Acuarela-Antonio Machado 2011
344 páginas.

 

 

 

Sólo un asesinato, de Jim Thompson

05/11/2014

índice

 Hace unos días terminé Arte salvaje, la biografía de Jim Thompson que escribió Robert Polito hace algunos años, y que Es pop nos acaba de traer traducida. Ha sido, sin duda y rotundamente, una de las mejores lecturas de este año; me ha fascinado la vida durísima que tuvo Thompson, la mala suerte que lo persiguió siempre, su carácter entre infantil y cabezota por salir siempre del charco, por vencer todos y cada uno de los obstáculos, la relación con su mujer, nada idílica como yo creía, más bien todo lo contrario, la relación con su padre, un hombre distante, un estafador, un farsante, la relación con sus tres hijos, igualmente distante, difícil. Todos los problemas de su alcoholismo, que lo arrastrarían a una perpetua mala salud y con los años a la muerte, su empeño por publicar y publicar y publicar, convencido de la calidad de sus relatos y sus novelas. Los cientos de viajes dejando a su familia atrás, los trabajos sin cualificación que lo hundían en la tristeza y lo deprimían, su carácter asocial, su soledad. Todo en ese libro es absolutamente increíble, tanto la figura de uno de los mayores iconos del género negro que jamás ha existido, como la descripción de la época y del escenario generacional de autores, publicaciones, editores y cultura pulp de aquellos años.

Al terminar Arte salvaje lo que uno quiere hacer, si no lo ha hecho ya, es leer todas y cada una de las novelas de Jim Thompson, leerlas –o releerlas- sabiendo el contexto exacto en que fueron escritas, viendo, leyendo los matices que le dan sentido, descubriendo de primera mano cómo fueron concebidas por su autor. Y si es en orden mucho mejor.

Sólo un asesinato no es la primera novela que escribió Jim Thompson, es la tercera, pero sí que es la primera de género de su carrera, las dos anteriores; Aquí y ahora y El trueno son novelas más autobiográficas y exentas de rastro criminal. He preferido empezar por ésta por esa razón.

Sólo un asesinato fue en un principio una novela muy diferente llamada The Unholy Grail, que Thompson empezó a escribir en 1932 y que no conseguía terminar. Gracias al tesón de su mujer Alberta y a la siempre falta de dinero, Thompson la retomó y consiguió terminarla en 1943. Se la envió a su agente en Nueva York, pero no hubo manera de vender la novela, nadie la quiso. Después de reescribirla hasta ocho veces y cambiarle el nombre por Sólo un asesinato, consiguió publicarla –con un agente diferente- el 16 de febrero de 1949, con cuarenta y dos años.

Escrita en primera persona, Sólo un asesinato tiene un argumento realmente retorcido, que va en una dirección, la más coherente, la más fácil, para, en apenas unas páginas, cambiar totalmente, presentando argumentos nuevos en contra de unos y a favor de otros. Y cuando ya has hecho esa teoría totalmente tuya, Thompson vuelve a dar un giro y a ponerlo todo patas arriba. Hasta la última página ira jugando con el lector, dando pistas aquí y allá, desorientándolo, jugando con él.

Sólo un asesinato nos sitúa en Stoneville, un pequeño pueblo estadounidense de apenas 7.500 habitantes, donde Joe Wilmot y su mujer Elizabeth Barclay, regentan la magnífica sala de proyección Cine Barclay. Propiedad de Elizabeth desde los inicios, pero hundida hasta el punto de cierre, la sala resurgirá cuando Elizabeth conozca y se case con Joe, repartidor de una de las distribuidoras de películas. Con Joe al mando, el cine incrementara los espectadores y los pases hasta hacer del Cine Barclay un negocio casi millonario, eliminando la poca competencia de un plumazo y alguna mala arte, hasta ser la única sala del pequeño pueblo y hacerse con todo el negocio. Pero el matrimonio de Joe y Elizabeth no funciona, apenas se dirigen la palabra, se odian. Y es entonces cuando aparece Carol Farmer, una estudiante de empresariales que lo desbaratara todo.

Carol se traslada a vivir a la residencia de los Wilmot, e indudablemente surgen los problemas. Más allá del triángulo amoroso que amenaza con surgir en esa casa, más allá del monopolio que ha tejido Joe con la sala de cine, Thompson construye una novela de almas perdidas, de individuos necesitados; algunos de dinero, otros de amor, de futuro, de oportunidades, cada uno persiguiendo lo que anhelan sin reparar en cómo hacerlo, sin importar el daño que infligen a su alrededor. Sólo un asesinato es toda ella como un gran grito para llamar la atención, un conjunto de vidas desesperadas intentando salir adelante.

Thompson escribió esta novela valiéndose de su experiencia como administrador de un cine de Big Springs donde trabajo en 1932, cuando la publicó, su agente se temía un alud de demandas por difamación parte de toda la industria del cine del país. No fue así.

Con el ya conocido estilo directo y contundente de Thompson, Sólo un asesinato es la muestra que ya desde sus inicios tenía claro por donde quería llevar sus novelas, cuál era su manera de escribir y contar las cosas. Esta novela es la primera de género negro que escribió y la que marcó un punto de inflexión en como orientar su carrera. Aunque aún le quedaban innumerables dificultades que superar en su vida, Thompson llego a vender 750.000 ejemplares de Sólo un asesinato en la siguiente década desde su publicación, todo un logro al que aferrarse los siguientes años.

Sólo un asesinato
Jim Thompson
Ediciones B
252 páginas.


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