No se puede conocer todo ni a todos y no se puede tampoco por desgracia leer todo ni a todos. Yo no conocía a James Crumley, aunque tampoco es raro; solo se publicaron dos novelas suyas hace ya un buen puñado de años, Un caso equivocado en Jucar etiqueta negra (oh, sorpresa) y Uno que marque el paso, también en Jucar pero en este caso en la colección Gran Etiqueta, publicadas ambas en 1990 y por supuesto descatalogadas y diría que muy complicadas de encontrar, llevo varios días buscándolas y no hay manera de encontrar ninguna de las dos.
Pero hay que ver el lado bueno, RBA en su Serie Negra ha decidido reeditar a este gran escritor y ha empezado por la que dicen es su mejor novela, El último buen beso. Y es realmente buena. Conforme leía la novela, una idea me rondaba la cabeza, de un lado a otro, hacia la mitad de la novela lo tenía claro, esta es quizá la historia más sólida que he leído nunca. Sólida, compacta, maciza, duradera, buena, de calidad. Es difícil explicar esa sensación ante lo que estas leyendo, me ha pasado otras veces, pero nunca con una novela de genero, esa solidez ante un buen argumento, sentir que todas las piezas están colocadas en el lugar exacto, que se mueven en el momento preciso, que no hay duda en ninguna de las acciones, una sensación de estar totalmente inmerso en la trama, en la acción. He leído novelas que me han gustado mucho, últimamente mi olfato esta bien orientado y pocas veces me equivoco, pero esta novela va un poco mas allá; mas que saber que estas leyendo una buena novela, que te gusta, que te entretiene, que esta bien escrita, que tiene lógica, la sensación es estar ante una historia con unas posibilidades monumentales, con tantos desenlaces y salidas posibles, que solo imaginarlo nos hace casi palidecer, seducirnos ante la posibilidad de todos esos caminos es simplemente perverso y genial, Crumley en eso es muy bueno.
El último buen beso es una novela un tanto extraña, que aunque sigue los cánones de la novela negra se sale un poco de ellos, transformándose muchas veces en casi una road movie. Tiene algo de esas novelas de los sesenta en que los protagonistas recorrían los estados de punta a punta en viejos coches americanos por infinidad de carreteras polvorientas. Sumemos a eso un detective sin demasiadas pretensiones, alcohólico, cínico y un tanto obsesivo, y tendremos El último buen beso.
Nuestro querido C.W. Sughrue, ex oficial del Ejército y ahora detective privado, se encarga de buscar a personas desaparecidas; y la última persona desparecida a la que esta buscando es Abraham Trahearne. La búsqueda de Trahearne lo llevara por innumerables carreteras y autopistas, cruzará estados, ciudades y pueblos, y en todos ellos recorrerá innumerables bares donde encontrará pequeños rastros de Traherne que, en una mezcla de alcohol y sexo, lo sumirán en una persecución agotadora y sumamente extraña. Pero eso solo es el preludio de la historia, como vemos ya en el primer párrafo del libro, Sughrue ha encontrado a Trahearne. Lo encuentra en un viejo bar de carretera de Sonoma, totalmente borracho y bebiendo junto a un buldog alcohólico. Pero como he dicho eso es solo el principio. Tras un pequeño incidente en el bar, donde Trahearne acaba con una bala en el culo, la dueña del local, al enterarse que Sughrue es detective, le pide que busque a su hija, desaparecida hace 10 años. Y no digo más.
Es entonces cuando vemos las enormes posibilidades de esta novela, los diferentes caminos que sigue Sughrue, muchas veces caminos sin salida, o caminos que nos parecen sin salida, es entonces durante el desarrollo cuando nos damos cuenta de las innumerables visiones que tiene esta novela, de la cantidad de capas que hay, de los mensajes, esos famosos mensajes de critica a la sociedad americana, a la sociedad en general venga de donde venga que siempre hay en la novela negra, nos daremos cuenta entonces de esa solidez de la que os hablaba, de la calidad con la que escribe Crumley, que es casi poética, y todo ello empezara a aflorar por todas partes dando forma a múltiples historias correlacionadas entre si y formando una poderosa trama con insuperables giros y enredos, que nos hará disfrutar muchísimo.
Una novela buenísima, a ratos increíblemente divertida y con muchas situaciones para hacernos reflexionar; y no exenta por supuesto de cierta violencia, disparos, mujeres desnudas, sexo, alcohol, un detective sobresaliente y un buldog alcohólico.