Poco antes de morir, a los 70 años, en febrero de 1984, Julio Cortázar se encontró una noche vagabunda en el barrio gótico de Barcelona con un muchacho que le obsequió con un trozo de tarta. «Es muy poco comparado con lo que tú me diste a mi», le dijo el chico al autor de Rayuela. Cortázar no publicó más, murió. Pero tenía mucho más, en un cajón de París. Una madrugada navideña de 2006, el escritor y crítico Carles Álvarez Garriga y Aurora Bernárdez, primera mujer y albacea de Julio, arrancaron del fondo de ese cajón un tesoro literario que los deslumbró a los dos. Hoy ya podrá estar en manos de aquel chico que le agradeció a Cortázar tanta literatura con un trozo de tarta.
Aquí está lo ordenado. Hay textos que él no publicó de los cronopios, del Libro de Manuel, de Un tal Lucas; hay poemas, prosas, autoentrevistas, entrevistas, un proyecto de libro que hizo para el poeta José-Miguel Ullán… Hay 11 relatos nunca incluidos en libro, tres historias de cronopios, 11 episodios protagonizados por Lucas, 35 artículos sobre literatura, política y viajes, 10 textos sobre y para los amigos (José Lezama, Ángel Rama, Susana Rinaldi…), 13 poemas inéditos, nueve textos inclasificables… Una Rayuela perpetua.
Via El Pais, noticia completa aquí