
…solo tenemos que fijarnos un poco, a nuestro alrededor, mirar bien, despacio, hay que fijarse, esta ahí. Se esconde y se escabulle, muchos no la ven nunca, o intentan no verla, no les culpo, es desagradable, otros la viven cada día, otros solo la conocen de pasada, y quedan tan impresionados, que no desean verla nunca más. Tiene muchas caras, facetas, circunstancias, que la hacen diferente, pero cuando se muestra cruda, nadie la quiere, nadie la soporta, en ocasiones, muchas, se muestra dolorosa, dura, real… Real, sin duda no podía ser de otra manera que real, de donde podría proceder sino realidad, la cruda realidad.
Tiró la colilla del cigarrillo al suelo y lo pisó, aunque daba igual, estaba lloviendo y la colilla estaba empapada. Sus pasos le habían llevado a un callejón estrecho y oscuro, no sabía exactamente donde estaba, recordando las palabras de su amigo sobre la realidad, se había perdido. Tenía el traje empapado, y estaba algo nervioso, nunca se adentraba en ese laberinto de calles estrechas, demasiada realidad a la vista, demasiada humanidad sobre la que se podía sentir el fracaso. Al fondo del callejón se advertía un luz, quizás por fin había dado con lo que estaba buscando. Se ajusto la corbata negra, sobre la camisa blanca empapada para recobrar un poco de dignidad, y se dirigió hacia la luz con paso seguro y decidido. Al llegar a la altura de la luz, sus esperanzas se esfumaron tan rápido como un corredor de cien metros, lo que tenía delante, no era mas que una lavandería. Resguardado bajo un portal, delante de la lavandería, sopesaba opciones. Solo sabia que debía buscar un antro llamado Casa Morelli, donde allí le darían la dirección de la chica. Las opciones eran pocas, era tarde, llovía y estaba perdido, así que decidió entrar en el único local que tenia a la vista. Una mujer junto a un montón de ropa, era la única prueba de que aquel sitio no estaba abandonado, por lo demás, nadie habría jurado que eso era un negocio. Las lavadoras viejas y ruidosas, traqueteaban sobre un escalón de cemento, todas en fila, pegadas unas a otras, montones de ropa se acumulaban por todas partes, al parecer sin ningún orden concreto, un par de mesas viejas se adivinaban al fondo, en la primera, una antigua maquina de coser, llena de polvo, en la segunda, una jaula de pájaros vacía, las paredes estaban desnudas, sin pintar, y el olor a amoníaco impregnaba todo el lugar. Los ojos negros de la mujer lo sacaron de sus observaciones, era una mujer mayor, de unos setenta años mal llevados, arrugada y con gesto duro y resignado.
-¿conoce un bar llamado Morelli? preguntó el
–porque lo busca, es un mal sitio para usted, y para cualquiera.
–busco a una persona.
La vieja lo examino con la mirada de arriba a bajo, chasqueo la lengua y soltó:
– vuelva atrás hasta la esquina con Rubert, doble hacia la derecha y camine unos cien metros hasta que encuentre una gran puerta de madera negra, es lo que busca, que tenga suerte.
La vieja dio media vuelta y se marcho hacia uno de los montones de ropa que estaba cerca. Salió de la lavandería, y bajo la lluvia, siguió las indicaciones de la mujer de la lavandería, apenas 15 minutos después encontró lo que la vieja le había dicho, una gran puerta de madera negra, con la inscripción –Casa Morelli– pero eso mas que un bar, parecía de nuevo un lugar sin salida, estaba igual que antes. Su cabeza hervía pese a la lluvia, no entendía nada, estaba confuso. La vieja lo había mandado a este lugar, pero todo parecía una broma macabra. Ya desde el principio las cosas no habían sido normales, pero algo le había empujado a seguir adelante, quizás la inquietud que le provocaron las palabras de la chica, quizás el miedo, el temor de que le pasara algo, se pregunto si alguien se puede enamorar de una mirada, de unos ojos, de un fugaz segundo y de una sola palabra. Metió la mano en el bolsillo interior de la americana y saco la escueta nota que ella le había entregado, la leyó de nuevo, ¨bar morelli , hana¨ . Cuado ella le había tendido la nota, en plena calle, el solo la pudo mirar un segundo, no había tenido tiempo para mas, ella parecía tener prisa, y también parecía conocerle, porque solo le dijo una palabra, búscame. Todo era realmente extraño, y se empezaba a plantear si todo no era una encerrona de alguien que le odiaba. La nota era apenas legible cuando reparo en que la tenia en la mano, con un gesto rápido la plegó y la guardo en su lugar. Sin saber que hacer, confundido por la visión y el recuerdo de esa mujer, se sentó delante del portón de madera, justo en el momento en que este se abrió. Como si ocurriera muy despacio, a cámara lenta, vio como se abría el portón y del interior del local emergía un hombre grande, negro, y corpulento, que se le quedo mirando, se levanto, pero no supo que decir, y el negro como si le leyera la mente le dijo:
-¿buscas algo amigo?
-el Morelli…
-estas sentado frente a el muchacho
-no creí que esto fuera…
-un bar- corto el negro.
-si, parece mas bien…
-una tienda- corto de nuevo el negro
-si
-¿quieres pasar, o te vas a quedar ahí toda la noche señor traje?
Con cautela, avanzo hasta el negro se planto delante y balbuceo:
-busco a una persona
El negro lo miro y le dijo: -tengo yo pinta de guía señor traje? Te parece que me importa lo que busques aquí dentro?
-es una chica, creo que se llama hana…
el negro se quedo quieto, lo miro como si fuera a pegarle, amenazante:
-quien eres tu y porque preguntas por ella
-solo soy un amigo…
-puedo matarte ahora mismo señor traje
Tenia al negro justo delante, no le dejaba pasar, estaba empapado y tenía miedo, no sabia donde estaba y si podría salir, cuando ya estaba resignado a que el negro le rompiera la cara, una voz femenina se oyó por encima de todo lo demás, –déjalo Louis, se quien es….
El negro se apartó lento, con desgana se echo a un lado y apareció la esbelta figura de Hana, que lo miraba con confianza, con seguridad.
-hola Paul
Paul la miraba intensamente, era una mujer bella, pero no entendía nada, de pronto se vio desbordado por la situación y deseaba marcharse a toda prisa.
-no me reconoces Paul? Ha pasado muchos años verdad…
-no se quien eres
-si que lo sabes Paul, tu me mataste.
La voz de Hana era tranquila, sosegada, le hablaba como si fuera un niño pequeño, con tranquilidad, Paul podía percibir en ella los años de sufrimiento, de dolor, esa voz le decía algo, pero el no sabia que era.
-no se quien eres, no te he visto nunca
-vamos Paul, porque has venido, pregúntate eso
Paul sabia perfectamente la respuesta, amaba a esa mujer, incluso antes de verla, ya la amaba, desde hacia años amaba a una mujer que no conocía, que no había visto nunca, amaba a un fantasma…
-no es posible
-si Paul, es posible estoy aquí, tu me creaste y luego me destruiste, pero ahora estoy aquí, viva, delante de ti..
-tu nunca fuiste real, solo te imaginé, imagine una mujer a la que poder amar con todas mis fuerzas, una mujer perfecta, una mujer…
-me imaginaste a mi Paul.
-si..
-pero luego te volviste ambicioso Paul, y creaste mas mujeres y mas sueños, imaginaste grandes cosas nos es cierto Paul, creaste historias complejas verdad? Incluso mujeres mas bellas que yo, te pudo la ambición Paul, creciste, te hiciste famoso y luego me abandonaste… nos abandonaste a todos Paul..
-no es cierto, no os he abandonado
-cuanto hace que no escribes una sola línea Paul…
-no lo se…
-yo si Paul 5 años en blanco, nos has abandonado…
-no es cierto estoy en algo, tengo una idea que quizás…
-no mientas Paul te conozco, tu me creaste recuerdas? Lo se todo de ti, tus miedos tus obsesiones, todo… no has vuelto a mi Paul.. porque? Ya no me amas?
-si claro que te quiero, es decir si se puede amar a alguien que no existe..
-si existo Paul estoy delante de ti
-pero tu, no puedes ser real! Que quieres de mi!
-solo quiero ser parte de ti otra vez, quiero que vuelvas a casa, te sientes delante de tu vieja Olympus, y escribas que me amas, que me des vida de nuevo, que me hagas el amor y que todo sea como antes Paul…queremos estar vivos de nuevo…queremos que escribas….
FIN
pd: para evitar confusiones, diré, aclarare, que este cuento lo escribí hace unos 2 años, evidentemente, antes de la publicacion de la ultima novela de Paul Auster.
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